Lozano y el 14D español

. . .



Una huelga general sería buena para México.

Lo caul, por supuesto, no tendría que ver necesariamente con la coyuntura del conflicto desatado entre el estado - patrón y el sindicato de Luz y Fuerza del Centro. Ni a cual irle. En una situación de encono como ésta, un amigo sindicalista afirmaba: "en este caso, no hay buenos".

Así, en lugar de negociar para el caso una salida provisional estilo lozano, sería más bien entrar a resolver a "fondo" un problema que se gesta ahora y reventará después.

Con estos protagonistas, la reforma laboral no tiene futuro.

Ni anuncia los cambios de fondo o de rumbo necesarios y prometidos (empiezo a pensar que son imposibles) ni hay evidencias que indiquen que las cosas se estén haciendo de manera diferente a la predecible costumbre del gobierno del PAN, que sale invariablemente derrotado a debatir cualquier reforma.

Ese es el precio de la intransigencia.

Doble contra sencillo que abordarán la discusión de reforma laboral con la misma propuesta que abascal intentó negociar hace casi diez años. (que era --por cierto-- un absoluto desfase desde entonces).

El manejo de la política laboral del país ha demostrado que brinca de problema en problema sin resolver ninguno. Lozano es un funcionario que no desentona con el resto del gabinete, es incapaz y con aspiraciones por cargos más importantes, ¿en sus manos está la negociación de la reforma?

Entonces, simplemente no hay futuro.

En la España de Felipe González el 14D, la huelga general de 1988, se incentivó por la falta de capacidad del secretario de trabajo para negociar una reforma laboral. Al final, perdió el gobierno y retiró la reforma, el conflicto y la movilización concluyeron con la ampliación de la inversión en política social. El rumbo cívico que tomó la movilización española sería saludable para México. Serviría para ello una huelga general. Sería oxigenar nuestra extenuada democracia y salir de un largo y costoso impasse. El problema es ¿quién puede convocarnos?